Debido a su naturaleza esquiva y su alta voz, es más fácil oír su canto que verlo.
La American Ornithologists' Union lo situó en esta última familia a pesar de que sería su única especie en el Nuevo Mundo.
[6][7] En consecuencia debía situarse en la familia Sylviidae junto a los picoloros, que también resultaron parientes cercanos.
Curiosamente, la curruca rabilarga y su pariente cercana la curruca sarda presentan un asombroso parecido con el camea, pero sus similitudes constituyen un caso de convergencia evolutiva debido a que todos son pájaros que habitan en el matorral mediterráneo, ya que no son ni de lejos sus parientes más cercanos en el grupo.
También los dos sexos defienden su territorio durante todo el año y participan en la construcción del nido, un proceso que les lleva dos semanas.