Mori nació en Pavía, creció en un orfanato, y ya en su edad adulta estudió en la academia militar de Turín.
En 1919 Mori fue enviado de vuelta a Sicilia con tropas especiales contra el bandolerismo, al mando de las cuales Mori se caracterizó por sus métodos contra las bandas, tan enérgicos como brutales, al punto de lograr hasta 300 arrestos en una sola noche; para entonces Mori ya había diferenciado claramente los distintos peligros que implicaban el bandolerismo (devastador pero controlable) y la Mafia siciliana (más sutil pero mucho más dañina).
En esos años, el recién instaurado régimen fascista buscaba afianzar su control total sobre la vida política y social de Italia, ante lo cual Mussolini rechazaba cualquier organización no estatal que ejerciera sobre la sociedad un poder superior al Estado, por lo cual era imperativo para el fascismo destruir a la Cosa Nostra.
Para cimentar su obra, Mori recurrió a la humillación pública de los jefes mafiosos atrapados, mostrándolos como impotentes ante la autoridad estatal.
Tras la Segunda Guerra Mundial y la caída del fascismo, los viejos líderes mafiosi recuperaron su poderío presentándose como decididos antifascistas, a quienes por tal razón las autoridades militares estadounidenses confiaron la administración pública de Sicilia entre 1943 y 1945, lo cual motivó un verdadero "resurgimiento" de la Cosa Nostra en la isla.
Por mala salud, Mori se instaló en Údine en 1941, donde enviudó en marzo del año siguiente y murió poco después.