Su padre, Prospero Balbo, que pertenecía a una noble familia piamontesa, tenía una alta posición en la corte de Cerdeña, y cuando nació Cesare era alcalde de la capital.
De 1808 a 1814 Balbo sirvió en varios cargos bajo el Imperio Napoleónico en Florencia, Roma, París, e Iliria.
La preparación, tanto militar como moral, la alerta y la paciencia fueron su tema constante.
No quería revolución, sino reforma; y así se convirtió en líder de un partido moderado, y en el continuo oponente no solo del despotismo, sino también de la democracia.
Fue nombrado miembro de la comisión para la ley electoral, y se convirtió en el primer ministro constitucional del Piamonte, aunque solo ostentó el cargo unos pocos meses.