Cerro Quimal

Para la cultura Likan-Antay, el cerro Quimal es considerada como una montaña sagrada, rodeada de diversas leyendas.

[1]​ Una de las más célebres personifica en el cerro a la doncella Quimal, quien estuvo envuelta en un triángulo amoroso con los hermanos guerreros Licancabur y Juriques, historia que motivó a que antiguamente en el cerro Quimal se realizaran celebraciones paralelas a las efectuadas en el Licancabur el 21 de junio de cada año para celebrar el solsticio de invierno.

En la cosmovisión local, el cerro Quimal está asociado simbólicamente con el agua de lluvia y la fertilidad.

En una ceremonia para limpiar los canales de riego, el Quimal es llamado a llover a través de un canto especial y un baile comunal llamado talatur.

Dado que no posee mayores complejidades técnicas para su ascensión, puede ser ascendido indistintamente por cualquiera de sus vertientes.