[1] La película consiguió un premio económico de 300.000 de pesetas en los premios otorgados por el Sindicato Nacional del Espectáculo.
Los habitantes del lugar viven en condiciones materiales y morales deficientes.
Sólo Doña Casilda, propietaria de la mejor casa del lugar, practica la religión a su manera.
Ramón, el sacristán aficionado a los toros, pone al Padre José al corriente de los problemas del barrio.
Para llevar a cabo su labor, cuenta con la ayuda del sacristán, de un doctor altruista y de un muñeco de ventrílocuo llamado Pepito, que utilizaba su padre en las representaciones, con el cual empezará a ganarse a la chiquillada en las catequesis.