En 1604, cuando Mōri Terumoto se ve obligado a abandonar Hiroshima y establecerse en Yamaguchi tras su derrota en Sekigahara, le acompañan estos artesanos, que en Hagi fundarían los primeros talleres que dan inicio a esta tradición.
Las piezas no suelen decorarse o pintarse; sin embargo, se les aplica esmalte.
Las fisuras en la arcilla, que expanden y contraen el esmalte, acentúan la individual de cada pieza.
Las piezas también cambian de color durante la cocción, resultando impredecible el aspecto final.
La firma en la parte inferior es una tradición local del período Edo en que los alfareros desfiguraban deliberadamente sus productos con el fin de venderlos a los comerciantes en lugar de presentarlos como regalos al Clan Mōri.