La forma que se crea es parecida al cráter de un volcán urbano.
Como resultado de esta primera aproximación se obtiene un terraplén por un lado y una excavación por el otro, compensados entre sí, que van a economizar los movimientos de tierras necesarios para la construcción.
Cuatro grandes aperturas en la plaza determinan el acceso al público, mientras que diferentes grietas y patios conforman el sistema de iluminación y ventilación interior.
Ambas construcciones terminan de componer un recibidor que se integra sutilmente con la trama urbana circundante.
Un talud perimetral del terreno, resultante del movimiento de tierras de excavación, completa el programa requerido para las graderías y ofrece un carácter unitario y compacto a la propuesta.
La volumetría está prácticamente camuflada en el entorno a partir de la implantación del objeto en el terreno.