Centro Cultural Tijuana

Fue construido con la finalidad de fomentar la identidad nacional, consolidar la cultura nacional, integrar a la zona fronteriza al resto del país, coadyuvar a una mayor integración familiar[2]​ y, además, fomentar el turismo cultural procedente de Estados Unidos.Años más tarde, el estado de Baja California autorizó a la Junta Federal de Mejoras Materiales de Tijuana a crear un fraccionamiento llamado “Desarrollo Urbano Río Tijuana” en los terrenos ganados al cauce del mencionado río, donde también se contemplaba la construcción de vialidades, zonas residenciales, comerciales y de negocios, parques y áreas verdes, centro cívico, zonas escolares y deportivas, garita internacional, zona fiscal y otros servicios públicos federales, estatales y municipales.El gobierno federal colocaba al turismo en un lugar primordial dentro de los planes nacionales junto con el desarrollo urbano.[2]​ El turismo y la cultura tuvieron una relación estrecha en los planes del Estado mexicano, ya que una de las principales atracciones que se le ofrecía al turista era la riqueza cultural del país.Con esta concesión se incrementaría el patrimonio del Fondo y cumpliría con los fines que motivaron su creación.Sin embargo, como en ese momento Ramírez Vázquez encabezaba la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas (SAHOP) el proyecto fue ejecutado por el arquitecto Manuel Rosen Morrison, aunque Ramírez dirigió la construcción junto a Rosen.Se acordó ampliar el término cuando se decidió incluir teatros, museos, salones especiales para actividades artísticas y un cine ‘espacial’ de mayor dimensión que el de San Diego en el parque Balboa.[2]​ A pesar de las demoras, el Centro Cultural FONAPAS era considerado como la obra más importante en la República Mexicana después del Museo de Antropología e Historia y el Museo Rufino Tamayo, y se justificaba la gran inversión con los resultados que traería en el incremento de las actividades culturales en Baja California.[15]​ A marchas forzadas las obras continuaron en 1982, aunque las dificultades también ya que para marzo de ese año el presupuesto se había agotado.El Centro Cultural quedó habilitado con el Omnimax, el Museo, un restaurante, una zona comercial, jardines interiores, el área de oficinas y el estacionamiento; tiempo después del acto oficial se inauguraron la Sala de espectáculos, el jardín arqueológico y el teatro Caracol.[2]​ Construido en un lote de 35,445 metros cuadrados y diseñado por los arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y Manuel Rosen Morrison, el Cecut se incorporó de manera casi instantánea al paisaje urbano.