[2] El lugar fue abandonado tras un incidente en una misa: cuenta la tradición que, entrado el siglo XVI, el templo donde actualmente se sitúa el cementerio fue abandonado por la población tras un percance suscitado durante la misa mayor de un domingo entre varios vecinos y el administrador del duque del Infantado, por la cesión de unos asientos reservados a los feudatarios de estas tierras.
[2] Así, el lugar pasó a ser utilizado exclusivamente como cementerio y con el paso de los siglos requirió una ampliación, y en 1893 se encargó tal tarea al arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner,[3] que estaba más que vinculado a Comillas, puesto que también llevó a cabo varios mausoleos en la Capilla del Palacio de Sobrellano, y la Fuente de los Tres Caños.
Por un lado, conservó las ruinas del templo abandonado, protegiéndolas con un muro de mampostería rematado con pináculos.
Para la realización de estos mausoleos, contó con la ayuda del escultor barcelonés Josep Llimona,[3] que también realizó la escultura que en la actualidad más define la imagen del cementerio: El Ángel Exterminador (fechada entre 1894 y 1895).
Los mausoleos, como ya se ha dicho, han sido diseñados por Domènech i Montaner, y esculpidos por Llimona.
[3] Aunque sin lugar a dudas la figura más representativa del cementerio es el "Ángel Exterminador" de Llimona.