Su cuerpo es el primero que hay a la izquierda inmediatamente después de la entrada.
[2] Originalmente, y hasta 1670, las catacumbas se usaron con el único propósito de enterrar a los monjes capuchinos.
Será en 1783 cuando decidieron otorgar entierro a todo aquel que pudiera pagar los costos del embalsamamiento.
El convento no pudo ignorar la demanda, especialmente porque muchos de los benefactores del monasterio pertenecían a esta élite.
Esto permitió también a los religiosos recolectar dinero y transmitir el mensaje de “memento mori”.
Es así como las catacumbas se mantuvieron durante todo este tiempo gracias a las donaciones de las familias.
[3] Las galerías fueron excavadas a finales del siglo XVI en estilo gótico con bóvedas de crucería.
Los cadáveres allí presentes nunca han sido inventariados, pero según indica el último censo realizado por EURAC en 2011 estos deben alcanzar la cifra de unos 8.000, además de 1.252 momias, todos ellos recubriendo las paredes.
Sin embargo, muchos cuerpos pertenecen a los propios frailes de la orden capuchina.
Poco después se construyó el corredor dedicado a los sacerdotes, que guardan ricas ropas sacerdotales.
En el pasillo de las mujeres podemos ver los cadáveres vestidos con ropas bordadas y gorros ornamentales en la cabeza.
En uno de los extremos del pasillo dedicado a los sacerdotes se encuentra el nicho donde reposan los niños.
Entrando por la izquierda, al final del primer corredor, a la derecha, se encuentran imponentes monumentos sepulcrales, entre los que destaca el de Giuseppe Grimau, fallecido en 1755.
El coronel Enea DiGuiliano, vestido con uniforme borbón francés, también está enterrado en la cripta.
Las catacumbas están abiertas al público, pero en teoría está prohibido tomar fotografías.
Hoy en día las catacumbas se han convertido en una atracción turística de Palermo