De este modo los primeros cristianos tuvieron sus “tituli” y sus cementerios comunes.
Por eso normalmente las catacumbas romanas llevan doble denominación, una hace referencia al antiguo poseedor de la propiedad excavada para la catacumba y el otro hace referencia a uno o dos mártires tenidos en especial devoción.
El terreno era una colina donde se había dejado abandonada una cantera puzolana, que había excavado una serie de túneles, los cuales a finales del siglo III d. C. y comienzos del IV, se utilizaron como lugar de sepultura cristiana.
Más tarde, la misma Beatriz sufrió martirio y fue enterrada al lado de sus hermanos por la matrona Lucina.
[3] El lugar tuvo culto hasta finales del siglo VI o comienzos del siglo VII y la catacumba estuvo en uso al menos hasta el 682 d. C., el año en el que se decide trasladar las reliquias de los mártires a la basílica de Santa Bibiana.