En el periodo romántico en el siglo XIX, el Príncipe Federico de Prusia (1794-1863) compró el castillo y mandó reconstruirlo.
En el centro del altar gótico, un grabado de madera muestra a Jesús en la última cena.
Entre las rocas y la capilla, unos peldaños conducen a la cripta real de la familia del Príncipe Federico Guillermo Luis.
Desde el Jardín Borgoñés, otro conjunto de peldaños conducen a la parte principal del castillo.
En la parte superior de la escalera, posee bellos vitrales, así como tres pinturas tridimensionales.