Esta situación es la que refleja el documento de aforamiento a perpetuidad del año 1702, que describe la ruina de la construcción principal y confirma el foro a la familia Moreiras, que ya venía ejerciendo como caseros desde tiempo atrás.
Esta venta no llegó a consolidarse al ser denunciada por la familia Moreiras, que continuó ejerciendo la propiedad y a la que los tribunales otorgan definitivamente la razón en 1912.
Al final de su larga vida, vende la propiedad a Manuel Taboada Fernández, que la cierra y la sume en el abandono, dejando arruinarse las construcciones y acabando con la producción agropecuaria.
Él es uno de los pocos ejemplos de arquitectura militar del medievo gallego que se conservan y que sobrevivieron a la Revuelta Irmandiña.
La capilla de San Pedro, que data del siglo XII, se encuentra junto a la entrada.