Se encontraba a escasos metro del Palacio de Alfonso III.
Con el paso de los años, la fortaleza fue, probablemente, variando su aspecto hasta que en 1716, cuando se usaba como polvorín, sufrió importantes daños debido a la explosión de parte del material que almacenaba.
Posteriormente, durante la Invasión Francesa, sería destruido casi por completo por orden de Jean Pierre François Bonet.
[2] En el Museo Arqueológico de Asturias se conserva una inscripción en latín, en piedra arenisca, perteneciente al antiguo castillo.
[3] La traducción de dicha inscripción es esta: En el mismo museo, junto a la inscripción, se conservan dos grandes columnas, con capitales corintios, provenientes del antiguo palacio que se ubicada a unos pocos metros.