[3] Aunque circularon falsos rumores de que los sospechosos tenían libertad para deambular por la base y habían sido vistos comiendo hamburguesas,[4] en realidad, fueron encerrados en un calabozo hasta que las autoridades japonesas los acusaron formalmente del delito.
Como consecuencia de las protestas sobre la jurisdicción, Estados Unidos hizo concesiones y acordó entregar a los sospechosos a las autoridades japonesas antes de una acusación formal si la severidad del presunto delito así lo justificaba.
[4] Este acuerdo se produjo en una reunión de emergencia entre el presidente estadounidense Bill Clinton y el primer ministro japonés Ryūtarō Hashimoto.
En 1996, Estados Unidos y Japón firmaron un acuerdo bilateral para reducir la extensión de bases estadounidenses en Okinawa en un 21%; las Fuerzas Armadas estadounidenses habían llegado a ocupar el 19% de la isla.
He dicho varias veces: por el precio que pagaron para alquilar el vehículo [utilizado para cometer el delito], podían haber tenido una chica [prostituta]».
Los tres acusados cumplieron sus penas de prisión en Japón y fueron puestos en libertad en 2003.
[10] En Japón, el crimen sigue en la memoria colectiva y aún tiene implicaciones políticas.