[1] Los cascos fueron escondidos en la localidad de Utebo[2] y posteriormente agentes intermediarios los llevaron a casas de subastas, 2 cascos fueron subastados en Londres y se les ha perdido la pista y en Oberhasli, donde se vendieron las piezas a través del anticuario Fernando Cunillera Cunill, quien intentó vender los cascos al Museo Central Romano-Germánico pero que ante su negativa solicitó su restauración, aunque no se llegó a llevar a cabo, e incluso llegó a donar ciertos elementos que habían aparecido en el expolio.
Esta última institución, presidida por Christian Levett, es la que ha decidido donar las piezas, 7 cascos exactamente, de vuelta a España.
[5][3] Los restos que encontró Ricardo Granada Pérez, entre los que se encontraban los cascos, han sido datados entre el siglo IV y el siglo II a. C. Las piezas son únicas, ya que en España no se ha encontrado nunca este tipo de material militar tan bien conservado.
Los yelmos celtíberos estaban compuestos, a grandes rasgos, por carrilleras, para evitar cortes en los laterales del rostro, así como protecciones en la nuca y en la nariz.
La importancia del conjunto se encuentra en el gran número de piezas encontradas, algo inusual en los enterramientos celtíberos españoles, donde apenas se encuentran ejemplares en las tumbas de los guerreros.