Inicialmente se edificó con el habitual sistema constructivo aragonés de incluir una lonja abierta en el bloque más amplio.
La casa fue reformada en profundidad entre 1585 y 1587 a cargo del prior Juan Antonio Romero.
Poco después, al ser considerados por el cabildo demasiado expuestos a la vista, fueron cerrados y sustituidos por unos simples balcones.
Poco más tarde, en 1853, la casa fue abandonada por su residente habitual, dado el estado de franco deterioro, y pasó a servir como almacén.
Se rehízo el edificio casi de nueva planta, aunque utilizando los elementos preexistentes e incorporando otros para conseguir un convincente recuerdo del aspecto original.
La galería alberga dos bargueños del siglo XVII sobre los que se colocan sendos bustos-relicario.
La tercera planta, habitable, cuenta con obras pictóricas de estilos variados y antiguo mobiliario.