[2][3] Llegó a hacerse tan popular en el siglo XIX, que inspiró varias piezas del teatro musical más castizo y quedó inmortalizada en la literatura, la pintura y el refranero.
En ese proceso surgió un litigio entre dos hermanos: Juan y Roque, antiguos propietarios.
[5] La eterna y fraternal disputa por la herencia que al estar mal redactada, no dejaba claro quién de los dos hermanos era finalmente el afortunado, hizo popular el diálogo: «tócame a mí», contestándole el otro, «no, tócame a mí».
[6] El primero en recoger el asunto fue el dramaturgo Don Ramón de la Cruz, en un sainete publicado en 1791 y titulado: La Petra y la Juana, o El Casero Prudente, o La Casa de Tócame Roque.
Su popularidad acuñó varias expresiones o dichos castizos del tipo «ser como la casa de tócame Roque», en el sentido de ser un lugar, hogar o familia bulliciosos y jaraneros, con frecuentes fiestas, voces, alborotos y riñas.