El edificio funciona también como la sede de la justicia ordinaria, y en ella se encuentran los juzgados del circuito.
La fachada fue rediseñada y se revistió de un estilo neoclásico con tenues influencias del herreriano.
En el incendio se perdió una gran parte del archivo judicial, (razón que habría motivado la incineración) así como valiosas obras de arte, documentos históricos y ornamentos regalo a la ciudad del General Braulio Henao.
Estructuralmente está constituido por un sistema de pórticos en concreto armado, con mampostería en ladrillo, revocada por ambas caras.
El empedrado del patio fue realizado por alumnos de la desaparecida escuela “Emilio Botero Ramos”.