En noviembre de 1811 le envió un ejemplar a Blanco White y, ya desde entonces, hablaron entre ellos de escribir unas memorias sobre las costumbres españolas con destino al público inglés.
Posteriormente, pidió al poeta, periodista y profesor de Glasgow Thomas Campbell que la dirigiera.
[4] Blanco White conoció a Campbell en la casa de lord Holland.
También realizó otros cambios menores, como limar algún exabrupto hacia los frailes.
Quería confirmar los prejuicios ingleses sobre España, de atraso y fanatismo católico, pero dándoles una base más fundamentada.
En él habla de la educación, las devociones religiosas a que era sometido cuando quería ser sacerdote, la degradación a la que el sistema somete la virtud y la inocencia de un cristiano honrado, el adocenamiento de la universidad y otros aspectos.
[13] La cuarta carta se centra más en el costumbrismo y describe una corrida de toros.
Finalmente, describe a Olvera como una ciudad sin ley, de costumbres salvajes y violencia gratuita.
Trata de monjas similares a sus hermanas: enclaustradas, enfermas y muertas.
Para él lo peor son las congregaciones reformadas donde dice que las jóvenes son sometidas a una vida dura de privaciones y mortificaciones como única manera de obtener infaliblemente el favor divino.