En 1936 publica su primer poema, titulado "Lina Odana", en Homenaje de los intelectuales chilenos a la madre patria, editado por Gerardo Seguel.
Asimismo, Enrique Lihn le dedicó Elegía a Carlos de Rokha en su libro La pieza oscura (1963).
Luego, en 1967, se publicó su segunda obra póstuma: Pavana del gallo y el arlequín.
Con una intuición infalible, sabía vibrar —por dentro y no solo en su ramaje sintáctico— con la poesía culterana, con la magia surrealista o con la inoncencia —en esta cuerda era donde mejor calzaba: este era su ámbito— de la obra huidobriana».
No puede quedarse en la pura expresión: tiene que ir más allá del sueño y conquistar la realidad.
A la vez que el poeta debe beber en las fuentes mismas de la creación popular.
La poesía es una forma sensible de conocimiento y extraña en sí misma la más alta experiencia que el hombre puede realizar sobre la tierra».