Durante sus años en la universidad mostró varias inquietudes tanto políticas como intelectuales.
Animado por su activismo fue presidente del directorio estudiantil, fundó un cineclub y no tardó en destaparse como cineasta amateur.
La influencia de la vanguardia cinematográfico europea, particularmente la Nouvelle Vague francesa, aseguró al Cinema Novo una fuerte atención del público internacional, consagrando a sus directores, como Diegues, en celebridades creativas.
Diegues partió al exilio ese mismo año ante las limitaciones impuestas por la dictadura militar contra el Cinema Novo, convertido en fuente de crítica permanente al nuevo régimen por sus retratos realistas y crudos de la sociedad brasilera y sus dificultades históricas.
Tras el retorno de la democracia en 1984, Diegues volvió a rodar con mayor libertad, manteniendo su prestigio como realizador.