El objetivo es que esta agua infiltrada vuelva a aflorar más abajo, originando una fuente que, a su vez, puede dar lugar a una acequia tradicional de riego, o servir para el abastecimiento.
La acequia dirige el agua hacia lugares especialmente permeables, susceptibles de almacenarla (como simas y caladeros), Antes de aflorar, el agua permanece almacenada en el subsuelo, por lo que el afloramiento se produce en un momento temporal bastante posterior al del deshielo, lo que permite disponer de agua en el periodo seco estival.
Permite, además, crear unas condiciones para la vegetación de la montaña que, en condiciones normales, no podrían darse, pues el suelo superficial, a menudo poco permeable, sería incapaz de retener el agua.
El origen de las acequias de careo es incierto, y se ha atribuido a época romana, aunque la red conocida actualmente se puso en funcionamiento en época musulmana, y fue en ese periodo cuando desarrolló toda su potencialidad.
El nombre parece provenir del término de uso ganadero "carear", que era equivalente a dirigir el ganado hacia algún sitio (pastar).