El edificio, construido en ladrillo, tiene planta rectangular y está cubierto con bóveda de cañón.
El muro en la parte trasera de la iglesia, a través del cual se entra en la capilla, tiene un gran Juicio Final.
Hay también escenas en grisalla (monocromas) que muestran los Vicios y las Virtudes.
La iglesia fue dedicada a Santa Maria della Carità en la Fiesta de la Anunciación, 1303, y consagrada en 1305.
La capilla tenía finalidad funeraria, y el propio Enrico (muerto en 1336) está enterrado allí.
La Capilla de la Arena fue un encargo que le hizo a Giotto el rico banquero paduano, Enrico Scrovegni.
Aquí hizo que construyeran un lujoso palacio, así como una capilla anexa a él.
Enrico le encargó a Giotto, el famoso pintor florentino, que decorase la capilla.
La atribución a este artista, aunque no existe documentación específica del contrato, parece segura, pues en ella concuerdan todos los críticos e historiadores.
Giotto terminó probablemente sus trabajos hacia el año 1305 o, según otros autores, en 1306.
Giotto, que había nacido alrededor del año 1267, tenía 36–38 años cuando trabajó en la capilla de Enrico Scrovegni.
Scrovegni estaba transformando su oratorio privado en una iglesia con un campanario, produciendo así una competición injusto con las actividades de los Eremitani.
Ambos se ven en un modelo de la iglesia pintado por Giotto en la contra-fachada (el Juicio Final).
El palacio fue demolido en 1827 para vender los preciosos materiales que contenía y erigir dos bloques de apartamentos en su lugar.
En 2000 la consolidación y restauración de las superficies externas ya se había completado e instalado el adyacente «Corpo Tecnologico Attrezzato» (CTA).
En esta «cámara tecnológica equipada» los visitantes esperan durante quince minutos para permitir que la humedad del cuerpo se baje y se filtrara cualquier polvo de esmog que les acompañara.
Según Pisani,[9] Giotto pintó la superficie interior de la capilla siguiendo un amplio proyecto decorativo e iconográfico pensado por el teólogo agustino, el monje Alberto de Padua.
Giuliano Pisani afirma que Giotto siguió un programa teológico deliberado y cuidadoso basado en Agustín de Hipona y pensado por el monje Alberto de Padua.
[11] Giotto pintó al fresco toda la superficie de la capilla, incluyendo las paredes y el techo.
Las escenas representadas son las siguientes: Historias sagradas: Arco triunfal (luneta): Hilera superior, muro sur: Hilera superior, muro norte: Arco triunfal: Hilera central, muro sur: Hilera central, muro norte: Arco triunfal: Hilera inferior, muro sur: Hilera inferior, muro norte; Hilera inferior, muro norte: Vicios: Hilera inferior, muro sur: Siete virtudes: Contra fachada: La bóveda presenta el octavo día, el tiempo de la eternidad, el tiempo de Dios, con ocho planetas (los tondos que encierran los siete grandes profetas del Antiguo Testamento más Juan Bautista) y dos soles (que muestran a Dios y la Virgen y el Niño), mientras que el cielo azul está tachonado de estrellas de ocho puntas (el 8, visto de costado, simboliza el infinito).
Los Vicios son Stultitia, Inconstantia, Ira, Iniusticia, Infidelitas, Invidia, y Desperatio.
Los Vicios se corresponden con la parte izquierda de la pintura del Juicio Final, donde se representa a los pecadores condenados al infierno, mientras que las virtudes están en relación con la parte derecha de la misma pintura, en la que aparecen los bienaventurados.
El mensaje es claro: los Vicios conducen al infierno, y las Virtudes llevan a la salvación.
Según la controvertida teoría de Giuliano Pisani, los Vicios y las Virtudes se leen empezando desde el lado del altar, yendo hacia la contra-fachada (Juicio Final), y la secuencia no es «Los vicios primero, luego las virtudes» como siempre se creyó.
Los vicios y las virtudes simbolizan el progreso de la humanidad hacia la gloria (felicidad celestial).
El punto de llegada en esta primera parte del itinerario es Justicia, Iusticia, que hace posible la paz y por lo tanto asegura el Paraíso en la tierra y la felicidad terrenal.
Su cura (muro opuesto) es Prudencia, la prudencia, que en términos teológicos y clásicos no es «precaución» sino «inteligencia moral» o la capacidad para distinguir entre el bien y el mal.
La «inconstancia» está retratada como una mujer joven haciendo rodar una bola, preparada para caer, sobre un suelo de mármol abigarrado significando la falta de «unidad» («constancia») que caracteriza una mente inconstante.
Para ser capaz de aspirar al Paraíso celestial uno necesita la enseñanza divina, la revelación de la verdad, con lo que uno supera y trasciende la razón humana, y para practicar las virtudes teológicas.