El origen hay que buscarlo en la Cruz de Yedra, situada en una pared en la confluencia de la antiguas calles del Laurel y del Remojo.
En 1757 el obispo de Canarias Fray Valentín de Morán otorgó la licencia para su construcción y fue bendecida y dedicada en el año 1758.
Sin embargo, tras su muerte y la de su esposa, su herederos no se ocuparon del mantenimiento de la capilla y ésta fue cerrada a comienzos del siglo XIX.
No sería hasta el año 1841, bajo la iniciativa del sacerdote Cándido Rodríguez Suárez, el momento en que se reconstruya y reabra la capilla.
Debido a la enfermedad de este sacerdote, la capilla sería mantenida por Isidoro Rodríguez Delgado y su esposa Antonia Moure y Saavedra, a quienes sucedió en el mantenimiento de la capilla su hijo, el presbítero José Rodríguez Moure, de quien toma el nombre la capilla y también una calle cercana.