El templo es catalogado como monumento histórico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para su preservación.
Ahí fue donde Miguel Caldera y fray Diego de la Magdalena dieron la paz con los nativos guachichiles.
Fue el edificio más amplio y estéticamente bello construido por los jesuitas en la Nueva España.
Ésta solía tener un escudo representativo de la orden, pero actualmente no forma parte en el retablo.
La sacristía alberga cuadros que representan la vía crucis, las ánimas del purgatorio, el Arcángel Rafael, Job, Sansón, Moisés, Eleazar, Aarón e Isaac.