Galera) en la Iglesia católica era un sombrero de ala ancha usado por el clero, con cordones terminados en borlas que quedaban sobre el pecho.
El papa Inocencio IV fue el primero que impuso el capelo rojo a los cardenales en 1245 en el primer Concilio de Lyon.
Según Noonan, el papa Inocencio quería que sus favoritos fuesen diferentes y reconocibles en las procesiones del Concilio.
Se consideró que mediante la eliminación de tales insignias elaboradas, el pueblo podría identificarse mejor con sus líderes pastorales.
Sin embargo, algunos cardenales continúan obteniendo galeros privadamente para conservar la antigua ceremonia de la suspensión del mismo sobre sus tumbas.