Cantona

Se considera uno de los centros urbanos más grandes descubiertos a la fecha en Mesoamérica.

Nicolás León Calderón, con base en lo publicado por Saussure, visitó la zona a principios del siglo XX e hizo una completa descripción de las estructuras.

[4]​ En 1980, con base en fotografías aéreas, la arqueóloga Diana López de Molina hizo un croquis del sitio y se hicieron sondeos estratigráficos, para proponer una cronología tentativa a la ocupación de la zona.

De acuerdo con García Cook, la población civil probablemente habitó las zonas bajas, la gente con algún rango social las intermedias, y la clase superior habitó la parte superior, donde se ubican los templos, juegos de pelota y viviendas.

En la arquitectura no existe restos de estuco, probablemente se usó arcilla (lodo) para unir la roca volcánica; también se usó la técnica de sobreponer piedra, para construir las bardas, callejones, plataformas y otras estructuras.

[4]​ Por sus características y el tamaño, se estima que Cantona pudo haber sido una de las ciudades más urbanizada en el hasta ahora conocido mundo mesoamericano prehispánico.

Parecía existir un plan urbano muy bien definido y calles amuralladas interconectando todas las áreas de la ciudad.

[5]​ La ciudad en general es asimétrica, una característica que hace de ella una urbe única en Mesoamérica.

La Plaza de la Fertilidad, llamada así por las esculturas fálicas descubiertas (hay dos hachas votivas), es considerada un importante hallazgo.

[6]​ Esta etimología es improbable, no obstante, ya que contraviene las normas lingüísticas del náhuatl.

Cantona. Cortesía de e.dronism
Detalle del trabajo en piedra.
Cancha de juego con el marcador del juego de pelota en primer plano.
Camino con peldaños.
Vista de la zona arqueológica, con el Cerro Pizarro al fondo.