La localidad depende administrativamente del Ayuntamiento de Beas.
Al norte de la aldea el relieve es más accidentado y por tanto domina la vegetación natural, aunque bastante degradada.
Destaca como espacio más natural la zona cercana al arroyo.
Los primeros vestigios arquitectónicos datan, en cambio, de comienzos del siglo XVII.
A 5,2 km se encuentra el Dolmen de Soto.