Tal asentamiento gravitaba probablemente en torno a un centro más importante que algunos historiadores identifican con Aquilonia.
A pocos kilómetros de Campobasso después, en la localidad de Sepino, hay otro importante sitio arqueológico que testimonia la importancia que este territorio ha tenido en época samnita primero y romana después.
En el período longobardo y sucesivamente durante la hegemonía normanda, Campobasso asume una importancia económica siempre creciente.
El florecer del comercio y la aumentada importancia administrativa comportan la ampliación del antiguo burgo que se expande sobre todo en torno a las iglesias de San Bartolomé y de San Mercurio.
El siglo XV es para Campobasso una edad de oro gracias a los Monforte, devenidos los feudatarios del burgo.
A los inicios del siglo XVI los De Capoa son feudatarios en Campobasso.
La ciudad, gracias a la feliz posición geográfica, vive de un florido comercio.
A la muerte del duque Carafa, Campobasso trata de rescatar el feudo.
Producen numerosos y cruentos tumultos para arrebatar la ciudad a los feudatarios pero solo en 1742 los campobassani, al precio de ingentes sacrificios, rescatan el feudo.
Se vuelve necesario realizar un plano urbanístico para satisfacer nuevas y múltiples exigencias.
En 1910, entró en las casas la energía eléctrica y, a partir de los años veinte-treinta, vienen realizadas importantes construcciones.
La tragedia de la Segunda Guerra Mundial sumió a Campobasso en las destrucciones provocadas por los bombardeos aliados.