[2] Su breve recorrido ha quedado grabado en las páginas del Madrid galdosiano y barojiano,[3] el cine de Alejandro Amenábar y algunas partituras de la música "sísmica" del siglo XX español.
[9] Llegado a Madrid Felipe II para instalar su corte, compró el ayuntamiento la finca del cura con intención de construir casas pero manteniendo una fuente en el lugar, con distinta obra pero las mismas aguas finas (y que al parecer eran las mismas de la fuente que aun en el inicio del siglo xx había en la vecina travesía de la Cruz Verde.
[9] El estanque del cura Henríquez quedó dentro del terreno comprado por un tal Juan Coronel para levantar allí su casa, pero sus aguas se fueron mermando durante las obras y los peces que en ellas nadaban fueron muriendo.
Tras varios exorcismos escandalosos, la Inquisición dictó la reclusión perpetua en un convento del confesor de la congregación, el benedictino Juan Francisco García Calderón, por supuesta relación con algunas monjas (que quedaron absueltas, al igual que la priora).
Según se dice, el reloj fue un regalo de Felipe IV como penitencia y desagravio por haber asediado a una joven y bella monja, llamada Margarita, que al parecer fue salvada «in extremis» gracias a la astucia de la priora haciéndola fingir cadáver, montaje que logró espantar al rey y sus rijosos acompañantes.
[b] Tras ser declarado Monumento Histórico Artístico se instaló en él la Escuela Superior de Canto en 1872.
[27][28] El escritor gallego Gonzalo Torrente Ballester, en su divertimento histórico Crónica del rey pasmado, hace una dantesca presentación de la calle, en estos términos: