Prontamente los dos jóvenes se enamoraron y planearon escapar juntos, pues según la tradición de los tehuelches estos solían menospreciar a los selknam, motivo por el cual el jefe y padre de Calafate decide oponerse a dicha unión.Debido a sus tradiciones, los tehuelches no podían dañar al iniciado durante el Hain y para evitar que la relación entre su hija y dicho forastero durase, al padre de Calafate no le quedó más remedio que pedir la ayuda del chamán de la tribu.[1] Luego de la visita al chamán, Calafate fue transformada en una planta espinosa con flores doradas como sus ojos, nunca antes vista en esas tierras.Un chingolito, tras la sorpresa, le respondió: - nos fuimos porque en otoño el alimento escasea, además de que en el invierno no tenemos lugar en donde abrigarnos- , -Los comprendo-, respondió Koonex, -por eso, a partir de hoy tendrán alimento en otoño y abrigo en invierno, y así nunca me quedaré sola- luego la anciana calló.Fue así que los tehuelches, luego de regresar también lo probaron, adoptándolo para siempre y así desparramaron las semillas en toda la región adoptando la leyenda conocida hasta hoy como "el que come Calafate, siempre vuelve.