[3] A partir de este periodo empieza conocerse popularmente como «la Tía Rica».
[3] Desde su fundación y hasta los años 1950, el crecimiento de la Caja pignoraticia se mantuvo en alza.
En su momento esto significó perder una atribución importante, que influía directamente en el crecimiento de la Caja.
La situación del organismo durante el retorno a la democracia podría definirse como de mantención institucional.
[3] A partir de los años 1990, el organismo volvió a alcanzar una connotación más relevante, ya que su impacto social y financiero adquirió importancia y se le reconoció.
No obstante, el crecimiento se mantuvo sostenido y en los últimos cinco años éste había sido muy fuerte.
Hasta el día de hoy, ese nombre popular se mantiene,[3] siendo incluso usado en la comunicación oficial del organismo.