Los canales de riego[1] o caces[2] (en singular caz) tienen la función de conducir el agua desde la captación hasta el campo o huerta donde será aplicado a los cultivos.
Son obras de ingeniería importantes, que deben ser cuidadosamente pensadas para no provocar daños al ambiente y para que se gaste la menor cantidad de agua posible.
Están estrechamente vinculados a las características del terreno, generalmente siguen aproximadamente las curvas de nivel de este, descendiendo suavemente hacia cotas más bajas (dándole una pendiente descendente,[3] para que el agua fluya más rápidamente y se gaste menos líquido).
Por esa razón, se puede afirmar que la civilización surge cuando el ser humano deja de depender de la naturaleza, y canaliza el agua, como desarrolla depósitos de agua, para consumo humano y riego.
Se ha establecido, por radiocarbono, que data de aproximadamente 3400 años a. C.