Fue nombrado así por las corrientes marinas costeras excepcionalmentes rápidas, parte de la corriente de Mozambique, que se dirigen hacia el sur y que tienen tendencia a formar remolinos en este cabo.
[2] En el siglo XVI, los barcos portugueses que hacían la carrera de la India y trazaban la entrada en el canal de Mozambique demasiado cerca de la costa a menudo tenían dificultad para superar el cabo Correntes, siendo empujados hacia atrás por las rápidas corrientes contrarias y los complicados vientos (el más famoso, Vasco da Gama, en enero de 1498, el primer capitán europeo que intentó superarlo desde el sur, se vio obligado a volver hacia atrás hasta Inharrime).
Navegar en la otra dirección es aún más peligroso, ya que la velocidad de la corriente en el cabo puede arrojar fácilmente una nave contra los numerosos bancos de arena y rocas que sobresalen y que caracterizan ese tramo de costa.
Se estima que el 30% de los barcos perdidos cada año en las Armadas de la India portuguesa, entre los siglos XVI y XVII, naufragó alrededor del cabo Correntes, más que en cualquier otro lugar.
[3] Por ello la mayor parte del siglo XVI, a los capitanes que regresaban de la India hacia Portugal con grandes barcos (y por lo tanto menos manejables) se les prohibió la navegación en el canal de Mozambique, estando obligados a trazar un rumbo a través de la «ruta del exterior», es decir, al este de la isla de Madagascar, atravesando las islas Mascareñas, y regresando a la ruta superada Madagascar, evitando así las rápidas y traicioneras aguas del cabo Correntes.