Entre ambos se encuentra una capa aislante dieléctrica, de cuyas características dependerá principalmente la calidad del cable.
El cable coaxial se empleó en los primeros cables telegráficos transatlánticos a partir de 1858, pero su teoría no fue descrita hasta 1880 por el ingeniero eléctrico y matemático inglés Oliver Heaviside, que patentó su diseño ese mismo año.
Este contacto causa un flujo directo de corriente (o datos) en un camino no deseado.
Con dispositivos electrónicos que utilizan bajos voltajes, el efecto es menor, y casi no se detecta.
Una cubierta exterior no conductora (normalmente hecha de goma, teflón o plástico) rodea todo el cable para evitar las posibles descargas eléctricas.
En los cables coaxiales los campos debidos a las corrientes que circulan por el interno y externo se anulan mutuamente.
Es más dado a daño por corrosión en exteriores; para ello se emplean las cubiertas de polietileno.
Estos materiales son resistentes al fuego y producen una mínima cantidad de humos tóxicos.
Estos inductores añadidos se conocen como bobinas de Pupin y logran reducir la distorsión.
De forma periódica y según se avance por la cinta, van a darse secciones pequeñas en las que no hay trenzado para garantizar que los conectores y cabeceras con circuito impreso se terminen con técnicas usuales para un cable de cinta IDC.