En ella decía, entre otras cosas, lo siguiente: Aunque expresa las dudas sobre si Leonardo sería capaz de terminar esta maravillosa obra lo cierto es que se la había encargado al toscano, lo que supone para él la culminación de sus siete años en la corte milanesa.
Leonardo lo quiere hacer encabritado sobre sus dos patas traseras, pero abandona la idea por ser técnicamente imposible dado su gran tamaño.
Tres refuerzos que sujetan el molde.
Estas piezas pertenecen al molde de la cabeza y el cuello del caballo, junto con su armazón y sus hierros (…) Desgraciadamente, Leonardo no pudo fundir el caballo.
Según Vasari: «Todos los que vieron el gran modelo de barro aseguraron que era la más excelente y magnífica obra que habían visto nunca.» Poco tiempo después Milán entró en guerra con Francia y para poder hacer cañones y munición se fundió todo el bronce apartado para la obra.