En 2000 la Unesco declaró a ambos parques como Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad en América.
[2] El nombre Talampaya corresponde al extinto idioma cacán y significaría: río seco del tala.
[3] Las serranías bajas del oeste riojano, exponen procesos erosivos que forman cañadones rectos y altos paredones.
Es el resultado de movimientos tectónicos, a los que durante milenios se han sumado la erosión del agua y el viento en un clima desértico con grandes amplitudes térmicas, intenso calor de día y bajas temperaturas de noche, con lluvias torrenciales en verano y vientos fuertes en primavera.
Los veranos son cálidos, con máximas que pueden superar los 50 °C al sol, e inviernos con mínimas absolutas de -7 °C a -9 °C.
Los vientos soplan durante todo el año y los más frecuentes son los del cuadrante noroeste, oeste, y sudeste, siendo el viento Zonda uno de los más violentos.
Es característica la baja humedad tanto en verano como en invierno, salvo cuando se producen lluvias torrenciales muchas veces acompañadas de granizo.
Estas son temporarias y la mayoría de las veces ocurren en verano.
Se encuentra principalmente en la vegetación arbustiva propia de la zonas desérticas como la rala, caña brava, achaparrada y el retamo, que prácticamente no posee hojas y la fotosíntesis la realiza en sus tallos verdes.
Otras especies presentes son suris cordilleranos, quirquinchos, liebres, vicuñas, pumas, maras, zorros colorados y reptiles como pitones y víboras conejeras.
El cañón y su acceso fueron por primera vez levantados por el ingeniero Werner Lorenz, geodesta alemán radicado en Villa Unión.
En el lugar donde se localiza el centro de informes, que cuenta con sanitarios y bar, se inician las recorridas por el cañón de Talampaya donde se puede apreciar diversas muestras del patrimonio arqueológico, particularmente en los sectores Puerta de Talampaya y Los Cajones.
Para acceder a este circuito debe solicitarse la autorización del guardaparque.