Código deontológico del periodista

De este modo, los pupilos deben asimilarlos como eficientes y útiles, especialmente porque en el mundo laboral del periodismo no tiene cabida el informador que no respete el código deontológico, que engloba lo siguiente:

Los últimos acontecimientos vividos hoy en día en nuestra sociedad, han influido a la hora de establecer ciertas modificaciones y especificaciones en el código deontológico.

El terrorismo, las catástrofes naturales o la violencia de género, hechos frecuentemente reseñados en las noticias en la actualidad, han propiciado la aparición de recomendaciones, manifiestos y códigos éticos del periodismo referidos esta vez a aspectos y temas informativos mucho más concretos.

Por este motivo, los códigos deontológicos resultan más necesarios para profesiones como el periodismo, actividad pública que requiere la asunción de compromisos éticos.

UU. adoptó un primer código ético colectivo, el Credo de la Prensa Industrial.

En este primer momento los códigos de prensa no representaron otra cosa más que un fenómeno aislado y minoritario.

Sin embargo, estos códigos establecieron las obligaciones básicas de la ética periodística y sentaron las bases del naciente compromiso autorregulador de periodistas y editores.

Esta preocupación por la ética periodística se apreciará también en las organizaciones internacionales del periodismo (la OIP, la FELAP, la FAJ...) muchas de las cuales se forman en estos años y aprueban sus propios códigos éticos.

Este periodo destaca por la reapertura del debate sobre la ética de la comunicación.

Prácticamente todos los países europeos revisan sus códigos antiguos o aprueban otros nuevos, incluida España que todavía en la década de los 80 no había aprobado ningún código que regulara la actividad periodística.

Cuando estos códigos son fruto del acuerdo negociador entre diversos agentes se les denomina convenios de autorregulación.

Establecen pautas que aspiran a un mayor nivel de perfección.

Los manifiestos suelen responder a situaciones más perentorias y aspiran a llamar la atención de sectores más amplios de la sociedad y la opinión pública.

Las consideraciones anteriores no restan, sin embargo, importancia a la Declaración.

Las noticias deben estar regidas por los principios de veracidad e imparcialidad, diferenciándolas de los rumores y las opiniones, que aunque por ser objetivas no pueden exigirle veracidad, sí deben hacerse desde planteamientos honestos y éticos, sin ocultar o negar la realidad de datos o hechos.

Su objetivo es fomentar el periodismo ético desde la autorregulación responsable, a través de la mediación y el entendimiento.

Sin ningún poder sancionador, su autoridad moral viene otorgada por las organizaciones profesionales y los periodistas adheridos a ella y supone una alternativa complementaria a la regulación jurídica.

En los deberes se recoge la necesidad de utilizar métodos dignos para obtener la información, lo que excluye los procedimientos ilícitos.

El texto comienza afirmando que el primer compromiso ético del periodista es el respeto a la verdad, concretando que hay que informar sólo sobre hechos de los cuales conoce su origen, sin falsificar documentos ni omitir informaciones esenciales, así como no publicar material informativo falso, engañoso o deformado.