Muchos autores estudian el uso poco responsable al que pueden llegar los medios con el fin de obtener beneficios personales.
Por tanto, este procedimiento de autorregulación no tiene en absoluto que ver con la censura ni con la autocensura.
La autorregulación tampoco consiste en la imposición de unos contenidos morales frente a otros.
Es esencial que la autorregulación sea siempre fruto del consenso más amplio posible, de la iniciativa conjunta del mayor número posible de agentes sociales.
La autorregulación debe reducir la brecha que se ha abierto entre el poder y la libertad de los medios.
Por ello, la autorregulación periodística tiene repercusión social en el momento en que los ciudadanos se convierten en los receptores de la práctica periodística y en agentes denunciantes de las malas conductas derivadas del trabajo.
La autorregulación cumple una valiosa función como complementación del derecho, y presenta algunas ventajas respecto a este.