Este error incluso ha alcanzado el bastión de la infalibilidad académica; según el Oxford English Dictionary, parece haberse originado en el modo en que Plinio explicó el origen del nombre familiar de los césares: los Caesar (una rama del clan romano de los Julii) tomaron supuestamente su nombre del verbo caedere («cortar»), en referencia a que uno de sus antepasados vino al mundo una vez que decidieron “cortar” a su madre.
[4] Por otro lado, Esparciano señala que, tras consultar a los escritores más sabios y eruditos, se reconocían hasta cuatro versiones diferentes sobre el origen de la palabra Caesar utilizada como cognomen: 1) que significase “elefante” en el idioma mauretano (Caesai) y se diese como sobrenombre a un miembro de la gens Iulia que había matado a uno; 2) que un individuo de esta familia hubiese sido extraído (caesus) fuera del útero de su madre después de haber fallecido esta en el parto; 3) que otro naciera con una importante cantidad de pelo (caesaries) en su cabeza; o 4) que uno tuviera los ojos azul celeste (caesii), mucho más intenso de lo habitual en los humanos.
[5] El apodo César pasó a ser nombre y luego título real (prácticamente sinónimo de emperador) en la Roma Antigua tras la muerte de Julio César (quien nunca fue emperador, sino dictador).
De este nombre también han derivado las palabras rusas Zar (Czar) y la alemana Káiser.
Como curiosidad cabe señalar que el nombre César fue prohibido por la Iglesia en el siglo VII al ser considerado pagano.