La tendencia sigue activa en las Islas Canarias, donde su órgano de prensa era Tribuna Comunista.
Los militantes del Partido Comunista de España (PCE) que se oponían a la tendencia reformista que terminó denominándose "eurocomunismo" auspiciada desde el Comité Central del PCE, y encontrándose en la situación de pérdida de vínculo orgánico con su partido, o incluso habiendo sido sancionados, decidieron acogerse al artículo de los Estatutos del PCE según el cual, si se pierde el contacto con el Partido, la misión del militante es constituir células allá donde pueda.
Diversos sectores del PCE impugnaron esta medida, ya que oficialmente contravenía a sus Estatutos, aprobados en el VIII Congreso de 1972.
A partir de ese momento, las Células Comunistas adquirieron un argumento poderoso para su vertebración interna, reclamando la "legalidad partidaria" y el respeto a los citados Estatutos y al Manifiesto-Programa del PCE, aprobado en su II Conferencia Nacional, de 1975.
A pesar de las fuertes críticas políticas e ideológicas que vertían sobre el contenido de tales documentos, reclamaban su vigencia y legalidad partidarias, hasta que los organismos requeridos (otra Conferencia y Congreso) los modificaran.