Las células espumosas aparecen en la pared de vasos sanguíneos formando una veta de grasa.
[1] Los macrófagos digieren las lipoproteínas de baja densidad (LDL) oxidadas por un proceso llamado endocitosis, dirigidos por receptores scavenger, que son distintos de los receptores de LDL.
La LDL oxidada se acumula en los macrófagos y otros fagocitos, que luego son conocidas como células espumosas.
Las células espumosas no son peligrosos en sí, pero pueden convertirse en un problema cuando se acumulan en ciertos focos específicos, creando así un centro necrótico en el proceso de ateroesclerosis.
Se puede formar una capa fibrosa a raíz del centro necrótico que puede luego despegarse de la luz de un vaso, formando un trombo que puede conducir a embolias que ocluyen vasos más pequeños.