Con anterioridad a 1808 fue nombrado Intendente Honorario de los Reales Ejércitos.
La fortuna de sus armas hizo numerosas presas entre los buques que transportaban mercaderías entre los puertos portugueses y británicos, con artículos como sal, aceite, cueros y paños entre otros.
Se dedicó con el tiempo a aumentar su fortuna construyendo numerosas fábricas de todo tipo en el litoral gallego, construyendo barcos, fundando la Casa de Crédito de Marcó del Pont y prestando dinero a la Corona.
En 1809 fue secuestrado por el ejército invasor para obligar a su hijo Juan José Marcó del Pont a pagar al marqués de Branciforte el dinero que tenía invertido en la Casa de Crédito suya y cuyo marqués había comprometido en ayudar a José Bonaparte.
Donó personalmente la talla del Cristo de la Victoria a la ciudad, que aún día es la imagen religiosa de mayor fervor entre los vigueses.