Su aria más célebre, «Küssen ist keine Sünd», ha sido grabada por destacados artistas como Richard Tauber o Hermann Prey, entre otros.
El editor musical Josef Weinberger quedó impresionado con ella e intentó sin éxito que se representara.
El astuto desertor Bonifaz aprovecha la ocasión y roba la documentación a Straubinger para adoptar su identidad.
Sin embargo, Oculi no desea hacerlo porque ama a un joven artesano cuyo regreso espera con ansia.
Tararea la canción que solían cantar juntos y Oculi reconoce a su prometido tras la máscara.
Lola sospecha que su marido intenta acercarse a la «joven salvaje» y quiere evitarlo de cualquier modo.
Mientras tanto, al desertor le remuerde la conciencia y devuelve su carné de identidad a Straubinger.