Según los usos establecidos, para ser practicable debía tener una anchura de al menos 12 metros.
Para defenderla tenían medios especiales, que la mayor parte de ellos serían muy débiles hoy en día.
Unas veces, obstruían la brecha con materias combustibles a las que pegaban fuego, otras clavaban en el suelo troncos de árboles recién cortados a cuya defensa prestaban más solidez el entretejido de sus ramas.
Lo más común era, si el enemigo lo permitía, levantar nuevos muros sobre la misma brecha o más a retaguardia, abriendo anchos y profundos fosos que dificultasen la entrada.
En la actualidad, se abre la brecha a cañonazos o por medio de las minas.