Algunos de los rasgos que permiten a los gibones, siamangs, y otros primates la braquiación, comprenden las siguientes: uñas cortas en lugar de garras, curvadas hacia adentro, dedos similares a ganchos, pulgares oponibles, miembros superiores largos, articulaciones de los hombros que rotan libremente, la columna vertebral pasa a ser vertical, el tórax es menos ancho entre el pecho y la espalda y se ensancha de manera lateral.
[3] La braquiación se origina en África hace unos trece millones de años.
Los humanos modernos retienen muchas características físicas que sugieren un ancestro proto braquiador, pues siguen teniendo unos hombros flexibles y dedos adecuados para agarrarse a las ramas.
Aunque nosotros normalmente no nos desplazamos de este modo, nuestra estructura anatómica lleva a pensar que la braquiación pudo ser una exaptación para el bipedismo.
Las personas sanas (o en buena forma) son todavía capaces de braquiar.