Empezó en 1957 con seis voluntarios que querían crear un centro internacional esperantista donde se pudiese fundar una escuela para niños pobres.
Hay dos partes principales en Bona Espero, a saber: la hacienda o granja y la escuela.
En la granja se producen en pequeña escala las verduras necesarias para la comunidad, ya que el suelo no es adecuado para la agricultura comercial.
Sin embargo, para algunos cultivos, como las judías (habas, frijoles), se añaden abonos químicos (ricos en fosfatos y calcio).
En ella había vivido un geógrafo alemán que realizó mediciones en la región de Goiás y abandonó la vivienda al acabar su trabajo.
La presa, construida mediante un dique, permite a Bona Espero disponer siempre de agua corriente para beber, ducharse y regar las plantas.
Según afirmó Giuseppe Grattapaglia, cuando la granja-escuela encargó un análisis químico a un instituto universitario, el analista se sorprendió ya que nunca antes había examinado una agua tan pura.
Por ejemplo, la construcción del último edificio levantado en Bona Espero comenzó gracias al aporte de Oomoto internacional.
Actualmente y desde hace unas décadas, la asociación alemana Bona Espero r.a, ya mencionada, contribuye de manera decisiva enviando dinero cada mes para que la escuela pueda vivir más holgadamente.
El director polaco Roman Dobrzyński lleva visitando Bona Espero desde hace veinticinco años y ha realizado dos películas acerca de la granja-escuela narrando los diversos cambios que ha sufrido el lugar.