La idea de darle a Manizales otro monumento al llamado “libertador” Simón Bolívar nació hacia 1986, durante la administración del ingeniero Hernando Arango Monedero, cuando se construyó una nueva plaza de Bolívar de corte europeo, con escalinatas, parecida a una media torta.
Así, con 73 millones de pesos contrataron al maestro Rodrigo Arenas Betancourt, para esculpir la nueva escultura para la ciudad.
Al momento de su inauguración, causó controversia por su atrevimiento y su imponencia.
Esta obra se sale de la tradición histórica o la frialdad estática de los monumentos convencionales con la que se solía representar a Simón Bolívar.
El hombre-cóndor tiene rotos en el pecho y las alas, como expresiones de violencia.