Tras la proclamación de la segunda República se inició en la política y fue elegido varias veces diputado en las Cortes, ingresando en el partido Unión Republicana.
Se instaló en México junto a otros miembros del exilio republicano, país donde desarrolló una prolífica actividad.
Llegaría a ser secretario general del presidente de la República en el exilio, Diego Martínez Barrio.
Un año después, en 1934, ingresaría en Unión Republicana (UR),[10] una escisión centrista procedente del Partido Radical de Lerroux.
[12] Pero este gabinete tuvo una muy corta duración, de tan solo un día, asumiendo nuevamente la cartera de Comunicaciones y Marina Mercante; retendría este cargo durante los sucesivos gobiernos presididos por José Giral y Francisco Largo Caballero.
[18] El estallido de la contienda creó una situación excepcional a la que debió enfrentarse.
No tardaría en trasladarse a América: se exilió inicialmente en Santo Domingo, capital de la República Dominicana.
Allí encontró un puesto de trabajo como arquitecto municipal por mediación del dictador dominicano Leónidas Trujillo.
En la isla caribeña ayudó a otros refugiados españoles que huían de Europa.
Tras instalarse en México, volvió a ejercer su profesión y lograría rehacer su vida, alcanzando una posición social acomodada.
[29] Se mantuvo en estrecho contacto con los círculos del exilio republicano español.
[31] Residió en la capital francesa durante algunos años, hasta que decidió regresar a México.
Sin olvidar el Colegio Público Menéndez y Pelayo (1922), o en un contexto más amplio, el Pabellón Central del Hospital de Cantoblanco.